Hola,
Hace unos días, te preguntaba si te gusta soñar, y te explicaba cuál es para mi la diferencia entre un sueño, un objetivo y un deseo. ¿Te acuerdas?
Ordenar los pensamientos es como ordenar las cosas que nos rodean. Tenerlo todo en su sitio y al alcance, nos hace más fácil el día a día.
No es necesario ser un fanático del orden, pero creo que vale la pena invertir un poco de tiempo en una tarea que, a posteriori, nos simplificará la vida.
¿Si tuvieras que escoger entre, pasarte una mañana entera ordenando un armario en el que hace meses que acumulas trastos, o salir con la bici porque nada más abrirlo has encontrado el casco en el segundo estante, que responderías?
Puede que no hagas bicicleta. No importa. Adapta el ejemplo a lo que más te guste hacer en tu tiempo libre y después piensa en la respuesta.
Si además de ordenar las cosas materiales, aprendemos a ordenar nuestros pensamientos, estaremos esforzándonos para conseguir ese equilibrio interno que a menudo nos ayuda a no perder el norte.
Necesitamos poner nombre a las cosas para identificarlas y necesitamos cuantificar el tiempo que invertimos en aquello que hacemos. ¿Por qué? Pues porque cada vez somos más los que tenemos claro que el tiempo es un valor muy preciado, el que más.
El tiempo no se detiene. No pide permiso para avanzar más o menos deprisa. No descansa. Nos equivocamos si pensamos que podemos engañarle. Haz la prueba e intenta recuperar el que has perdido. ¡Imposible! No hay crédito para esto.
Hay quienes dicen que el tiempo se puede comprar. ¿Tu qué opinas?
Yo pienso que todos podemos decidir como lo pasamos, como lo disfrutamos y en que lo invertimos. Puede que unos más que otros, es cierto, por eso quiero que pienses en ello y que empieces a hacer todo lo que esté en tus manos para ser tu quien tome esas decisiones.
Ahora que hemos reflexionado juntos sobre lo que hablamos el otro día ¿Qué te parece si empezamos un tema nuevo, pero muy relacionado con el anterior?
¿Te has preguntado alguna vez por qué tenemos sueños?
¡Seguro que sí! Yo también. Y no una, sino muchas veces.
Me gusta observar y escuchar. Siempre aprendo cosas nuevas que después puedo compartir, como haré ahora contigo.
Es muy probable que coincidamos en algunas respuestas. Si te parece, yo te diré algunos de los motivos que creo que nos llevan a soñar, y después tu me cuentas lo tuyos.
¡Empezamos!
Tenemos sueños, porque desde pequeños, en nuestro entorno, más o menos cercano, conocemos, vemos y oímos hablar de personas que hacen lo que nosotros desearíamos hacer. Aquello que aún pareciéndonos muy difícil de conseguir, pensamos que no debe ser del todo imposible si otros lo han logrado.
Recuerdo aquellas películas en las que actrices como, Ava Gardner, Elizabeth Taylor, Sophia Loren, Audrey Hepburn, Vivien Leigh, Grace Kelly, Ingrid Bergman … y muchas más, interpretaban los principales personajes femeninos. Yo era una niña pero ya quería ser como ellas. ¡Quería ser una actriz de Hollywood! Vestirme como ellas, representar esos papeles, actuar al lado de grandes actores …
¡Fue uno de mis primeros sueños! No tenía ni idea de cómo habían llegado hasta ahí, pero en esos momentos, aquel hecho “tan insignificante” ni se me pasó por la cabeza. Que bonita es la inocencia.
Tenemos sueños, por el estado de ilusión que nos proporcionan. Desear algo con tanta intensidad, con tanta fuerza, nos hace sentir vivos, diferentes, valientes, y nos ayuda a poner el pie en el suelo cada mañana, con un gran objetivo que para nosotros es maravilloso.
Piensa en uno de los sueños que hayas tenido … ¿Te acuerdas de cómo viviste todo aquella etapa desde que tuviste claro cual era, hasta que lo conseguiste, o hasta que tuviste que aceptar que tal vez necesitabas reconducirlo?
Es como ir todo el día a cien por hora. No hay nada imposible. Te sientes diferente porque tu actitud es diferente. Te das cuenta de que has pasado de ver el vaso medio vacío a verlo medio lleno, y que los grandes obstáculos a los que te enfrentabas antes, ahora son pequeñas dificultades que vas dejando atrás.
Tenemos sueños, porque si bien no siempre podemos o sabemos escoger lo que más nos conviene, nos fijamos unas expectativas personales y profesionales, que si no llegamos a alcanzar por las razones que sean, nos hacen sentir insatisfechos, y queremos cambiar. ¡Necesitamos cambiar!
La insatisfacción, es un sentimiento que también puede ser sano, cuando nos afecta de manera positiva y nos hace desear llegar más lejos. Cuando nos empuja a actuar para mejorar y para seguir creciendo.
Pero cuando la experimentamos de manera contraria, este sentimiento nos hace sentir mal, se vuelve crónico, y nos deja en unas condiciones más lamentables que si hubiéramos pasado la peor de las gripes. Nos afecta tanto a nivel físico como mental. Nos desanimamos, nos deprimimos, estamos tristes, sin confianza en nosotros mismos, nos sentimos frustrados, sin ganas ni fuerzas para nada hasta que … sentimos ese “clic” que nos hace reflexionar y decir basta.
Es entonces cuando empieza un trabajo en equipo entre la persona que somos y la que queremos ser, entre lo que hacemos y lo que deseamos hacer, entre el donde estamos y a donde queremos llegar. Ser capaces de recuperar aquellos sueños que habíamos dejado atrás te produce una satisfacción inmensa. ¡Te lo aseguro! Y créeme si te digo que “nunca es tarde para hacerlo”.
Y creo que también tenemos sueños, porque estos están muy relacionados con nuestra filosofía de vida, con la forma en que la entendemos, y con nuestra manera de ser.
Estoy convencida de que cada uno de nosotros no está aquí porque sí. Existe una razón, un motivo, un fin que nos ha de guiar a lo largo de nuestro camino. Sí, es cierto que no resulta fácil encontrarlo, reconocerlo o descubrirlo.
Para mi, eso pasa por un conocimiento muy profundo de uno mismo. Pasa por escucharse y saber escuchar; por aprender y compartir lo que uno sabe; por ayudar a los demás, pedir ayuda cuando la necesitas y saber aceptarla; por ser agradecido: por defender unos valores no solo con palabras sino con hechos …
Cuando llegas a experimentar esto, y no hablo de algo exclusivo de los místicos ni de los monjes que viven en los monasterios. Cuando sientes esa conexión entre cuerpo y mente, entre aquello a lo que estás destinado y lo que realmente deseas, es como si se te revelase uno de los mejores sueños de tu vida. El que te acompañará siempre y por el que estarás dispuesto a darlo todo.
Ya sabes que siempre te hablo desde mi propia experiencia, y por lo tanto, esto quiere decir que es muy probable que haya más razones por las cuales tenemos sueños.
Yo he vivido las que acabo de compartir. ¿Y tu?
¿Cuáles han sido las razones que te han llevado a tener un sueño?
No importa si se parecen a las mías o son del todo diferentes. ¿Me las cuentas? ¡Me encantará leerlas!
Piénsalo y … ¡te espero en los comentarios!
Un abrazo,
Susana
2 comentarios
Cada día me gustan más tus post. Desde luego a vivir y a soñar que la vida son dos días y uno fue ayer. Mil besos preciosa.
Hola Gema,
¡Gracias por tus palabras!
Me alegro de que te guste lo que estoy escribiendo ahora. Estoy siguiendo “la línea editorial” del próximo libro y para mi es algo totalmente nuevo.
Ya sabes lo que me gusta escribir relatos pero, ahora toca hacer un paréntesis y … ya recuperaremos de aquí nada nuestras historias.
Valoro muchísimo tu apoyo incondicional y sincero. ¡Eres genial!
Y sí, a disfrutar y a soñar todos y cada uno de los días que están por llegar.
Un beso enorme,