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    REFLEXIONES

    ORDEN VERSUS CAOS

    12 marzo, 2017

    Hola,

     

    Sí, has leído bien el titulo, “Orden versus caos”. ¿Interesante, no? A mí no tan solo me lo parece, sino que considero necesario que cada uno sepa en qué lado está.

    Siglo XX!. Cursos de mindfulness, coaching, psicólogos al alcance de cualquiera que los necesite, libros de autoayuda de diversas temáticas, el recuerdo, para mi muy presente, de cómo vivían y gestionaban el tiempo nuestros abuelos (los unos en un entorno rural y los otros en una gran ciudad), pero aún así, cada vez son más las personas a las que oigo decir que su vida es un caos.

     

    Ordena tu entorno. Ordena tu cuerpo. Ordena tu mente y ordenarás tu vida.

     

    ¿Cómo si fuese tan fácil lo que te acabo de decir, verdad? Pues sí, es fácil, solo hace falta que te lo creas, que creas que eres capaz de hacerlo y que te pongas en marcha.

     

    ¿Lo intentamos juntos?

     

    Piensa en tu ENTORNO: tu habitación, tu armario, tu bolsa de mano, tu casa, los armarios de la cocina, la nevera, tu lugar de trabajo … Te dejo unos segundos para que rías, pues estoy segura que la visualización de las imágenes que te acabo de nombrar te han hecho reír, o por lo menos sonreír.

    No entraré en detalle con todos, pero ya verás como con algunos ejemplos te será fácil adaptarlos a tus caso en particular.

    Yo tengo un armario en mi dormitorio de 2,20 x 92 x 54, con una barra de lado a lado, una estantería a 44 cm del techo, y un módulo con cuatro cajones de la misma anchura que el armario. Creo que son medidas estándar, pero si no es así no importa. Son las que tengo y por lo tanto a las que he tenido que adaptarme.

    Intenta imaginártelo vacío durante unos segundos y enseguida empezaremos a llenarlo.

    En el estante de arriba tengo una caja con todas las cartas que conservo desde que era adolescente. Ahora casi nadie escribe cartas. Las hay de muy bonitas y me daba pena relegarlas al trastero. Sobre la caja tengo la ropa de esquí. Al lado, los jerséis de invierno más gruesos que no uso tan a menudo, y en el hueco que queda libre, pijamas y sudaderas.

    Colgados, a la derecha del todo, tengo los vestidos, del más largo al más corto. Les siguen las chaquetas también por orden de largura, pero colocadas según las estaciones: las de invierno, las de entretiempo, las de verano y las de deporte. Después están las camisas y las blusas, y para terminar los pantalones.

    Sobre los cajones, y aprovechando que la base hace de estante tengo, a la derecha toda una mezcla de camisetas (publicidad, deporte, recuerdos de viajes …), en medio los otros jerséis de invierno y en el otro extremo los jerséis de algodón de entretiempo.

    El primer cajón es para la ropa interior y los calcetines. El segundo es para las camisetas. Todas son bien recibidas: las de vestir, las más informales, las de tirantes. El tercero es para los pantalones cortos de verano, las mallas, los pantalones de chándal cortos y largos y las camisetas de deporte más técnicas. El cuarto y último cajón hace las veces de “cajón de sastre”. Tengo las medias, los pijamas que utilizo para estar por casa y las bolsas de algodón en las que ponemos la ropa interior cuando nos vamos de viaje (Las hay de muy chulas. Algunas me las han regalado y otras las he hecho yo).

    Ya ves. Si te pillase una tormenta cerca de mi casa y tuvieses que venir a cambiarte, sabrías donde encontrar cada cosa y no tendrías que preguntarme nada.

    Es cierto que soy una persona a quien le gusta el orden. Pero … ¿Sabes el tiempo que te ahorras cuando encuentras cada cosa en el sitio que tu has decidido que quieres que esté? Puede que determinar este orden y salir del caos, al llevarlo a la práctica, te ocupe un buen rato, pero estamos hablando de un tiempo que solo tendrás que invertir la primera vez y que habrás amortizado a la segunda que hayas abierto el armario.

     

    El orden es armonía para los sentidos.

     

    Ahora piensa en la nevera. En colocar los alimentos en los estantes por grupos. Lácticos, verduras y frutas, embutidos, proteínas, bebidas, etc. Cuando la abras irás directo a lo que necesitas, y una vez hayas memorizado ese orden, incluso ganarás tiempo al hacer la lista de la compra. De una ojeada sabrás qué necesitas y qué no.

    Lo mismo pasa con los armarios de la cocina. Tanto los que contienen alimentos como utensilios.

    Y con los bolsos en los que acostumbras a poner mil y una cosa que no necesitas, y que en más de una ocasión te impiden incluso encontrar las llaves de casa o del coche. ¿No te ha ocurrido nunca que has llegado a dudar de si las llevabas o no encima?

    Piensa en tu lugar de trabajo, en esas mesas llenas de papeles o de materiales que a menudo se van acumulando. Un día acabas encontrando la tarjeta de aquel cliente que dabas por perdida pero … es demasiado tarde, cuando le llamas, te informan que ya ha contactado con otra empresa o profesional que valora el orden más que tu.

    Me gusta la frase “menos es más”, pero no soy minimalista. De hecho, cuando entro en una casa o espacio de trabajo, me encanta descubrir en sus objetos y en sus detalles, la personalidad y la manera de ser de los que viven en ella o lo ocupan.

    Pero volviendo a lo de “menos es más”, te diré que hace años aprendí a dar a las cosas materiales la importancia que tienen. A valorar su “tiempo útil” y a concederles una segunda oportunidad.

    No es necesario que tires lo que ya no te sirve. Vende, cede, regala, da tu también una segunda oportunidad a todo aquello que creas que la tiene, ganarás espacio y te sentirás bien.

     

    ¿Pasamos ahora al CUERPO? ¿Le escuchas lo suficiente?

    El cuerpo es muy sabio, más de lo que imaginamos. Nos habla constantemente, nos avisa y nos da las gracias.

    Nadie mejor que uno mismo sabe qué le sienta mal y qué bien. Qué necesita y de qué puede prescindir. Qué le produce rechazo y qué tolera. Y me refiero tanto a los hábitos como a las costumbres. Ya sea si hablamos de lo que comemos, de las horas que descansamos, de las que pasamos sentados o de pie, de si hacemos alguna actividad física …

    Yo tengo una rutina diaria muy marcada, adaptada a mi horario laboral de lunes a viernes, y una más abierta y flexible los fines de semana, pero en la cual tampoco faltan ciertos hábitos.

    No me representa ningún esfuerzo levantarme temprano por las mañanas. Al contrario, me gusta madrugar y aprovechar el día. Respeto los horarios de las comidas: hago cinco al día desde que desayuno antes de las siete de la mañana, hasta que ceno antes de las nueve de la noche.

    Sí, como a menudo, pero no todos las comidas son igual de fuertes, y eso, entre otras cosas, me permite sentarme a la mesa sin esa ansiedad que en lugar de comer te hace devorar.

    Hago deporte casi todos los días. No es una obsesión ni me preparo para ninguna maratón. Es una necesidad y un placer al mismo tiempo. Una necesidad porque me ayuda a desconectar y a liberar adrenalina, y un placer porque después de hacer ejercicio físico me siento como nueva, con las “pilas cargadas”. En ocasiones se trata solo de dar un buen paseo, pero todo cuenta.

    Duermo menos horas de las que necesito, pero porqué ahora mismo hago muchas cosas, eso sí, pasadas las diez de la noche mi actividad es mucho más tranquila.

    Si comemos o bebemos más de la cuenta, si dormimos menos horas de las que necesitamos, si colaboramos a que nuestro horario bilógico pierda el norte, etc., etc., tenemos que asumir las consecuencias.

     

    El desorden físico acaba provocando el desorden mental.

     

    No estoy diciendo que uno no pueda salir de fiesta, disfrutar de una buena comida o tomar una copa de más, pero al día siguiente hay que poner remedio, cuidar más al cuerpo, ayudarle a que se recupere y no hacer de los excesos nuestra rutina.

    Mi consejo es que no dejes nunca de escuchar a tu cuerpo. No importa que hagan o digan los demás. Disfruta de lo que comes y tu paladar te lo agradecerá, pero para que tu estómago y tu salud también lo hagan, come usando el sentido común.

    Y no es necesario que seas un adicto al gimnasio, Anda, muévete, baila, tu cuerpo y tu corazón estarán encantados.

     

    Ya solo nos falta ver qué pasa con nuestra MENTE, ese conjunto de capacidades cognitivas que todos tenemos. Piensa en las percepciones, en la conciencia, en el aprendizaje, en la memoria, en los deseos, en las creencias, en el razonamiento, en los sentimiento, en la toma de decisiones, en la resolución de conflictos …

    Piensa en tu mente como en una directora de orquesta, que con su batuta, va dando instrucciones y entrada a un grupo u otro de instrumentos según el momento. Si se despista o se equivoca, provocará un desorden más o menos grave.

    Para mi, la mente, es la encargada de proporcionar esta armonía que buscamos y necesitamos entre nuestro entorno, nuestro cuerpo y ella.

    Es necesario que la cuidemos, tanto o más, como hemos hablado de hacerlo con los otros dos elementos.

    Es necesario que no le exijamos más de lo que puede dar; que no la saturemos, que no la llenemos de ideas negativas; de objetivos difícilmente alcanzables; que la dejemos descansar; que seamos agradecidos … y que de vez cuando le pongamos las cosas más fáciles.

    ¿Cómo podemos hacerlo?

    Un buen ejercicio sería pensar en uno mismo y preguntarse:

    • ¿Qué hacemos con nuestra vida?
    • ¿Cuáles son nuestros objetivos?
    • ¿Cuáles son nuestras necesidades?
    • ¿Cuáles son  nuestras obligaciones?
    • ¿Dónde queremos llegar?
    • ¿Qué estamos haciendo para conseguirlo?
    • ¿Estamos siendo honestos con nosotros mismos?
    • ¿Estamos tocando de pies en el suelo o nos estamos alejando mucho de la realidad?

    Conocerse a uno mismo es la base de todo. Y para ello podemos empezar por:

    • Aceptarse
    • Encontrar todo lo positivo que hay en cada uno de nosotros y exteriorizarlo, transmitirlo, materializarlo.
    • Disfrutar con lo que hacemos y también de las pequeñas cosas del día a día.
    • Valorar nuestro tiempo.
    • Aprender a decir NO.
    • Tener claro que nuestra vida es nuestra y nosotros somos como somos, no hemos de pretender vivir como viven los demás, ni hacer lo que hace todo el mundo, o lo que se espera que hagamos, y más si no es lo que queremos.
    • Rodearnos de personas positivas y alejarnos de las tóxicas.

    El día tiene 24 horas. Piensa en la regla de los tres ochos: ocho horas de sueño, ocho horas de trabajo y ocho horas de ocio. Adáptala a tu día a día, a tu “rutina”, y en las horas que te queden para ti, en las de ocio, no le pidas a la mente que se estire como un chicle, que llegue allá donde tu no puedes llegar, no la fuerces, no le provoques el desorden porque acabará perdiendo la batuta y en consecuencia te llevará al caos del que hablábamos al principio.

     

    En definitiva y para terminar yo te diría:

    Haz lo posible para vivir en un entono ordenado, para tener unos hábitos de vida saludables, y le estarás facilitando a tu mente una gran parte de su trabajo. Escúchala, ayúdala y juntos conseguiréis el orden y la armonía que todos necesitamos.

    Juntos lograréis que los instrumentos vayan al «tempo» que indica la partitura.

     

    Me encantará saber tu opinión y,  por supuesto, si eres más del orden que del caos o viceversa.

    ¿No piensas que el tema es suficiente interesante para que lo hablemos juntos?

    ¡Te espero en los comentarios!

     

    Un abrazo,

    Susana

    ORDEN VERSUS CAOS was last modified: marzo 14th, 2017 by Susana Ginesta
    2 comentarios
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    2 comentarios

    Laura 17 marzo, 2017 at 19:21

    Hola Susana como me ha gustado todo lo que has dicho, y que razon tienes. Hace un tiempo mi vida en general era un caos pero estoy en proceso de ordenamiento y la verdad es que FUNCIONA, pero aun me queda mucho por hacer. Haber leido tu escrito me ha dado todavia mas fuerzas para seguir poniendo orden… Un abrazo.

    Contesta
    Susana Ginesta 17 marzo, 2017 at 21:37

    Hola Laura,

    Muchas gracias por tu palabras!

    Me alegro que te haya gustado el post y que compartas lo que he escrito, pero de lo que más me alegro es de saber que estás en ese proceso de “poner orden”, y de que te hayas dado cuenta que funciona. Los resultados son los que motivan a seguir.

    A todos nos queda mucho por hacer. Siempre se puede mejorar todo, pero no olvides que nadie es perfecto.

    Te animo a seguir buscando y trabajando por conseguir ese equilibrio.

    De verdad que valoro y agradezco mucho tu comentario.

    Un abrazo muy grande y espero seguir “leyéndote” por aquí!

    Contesta

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